Un día de invierno, en la mañana, camino a la oficina,
vi en el cementerio una retroexcavadora
rascando memorias,
pellizcando espaldas sin sentidos.
Un hombre excavaba resignado a respirar para vivir,
cargando a cuestas la tierra de otros,
en solitaria reunión.
Pensé en los recuerdos pegados a ese predio,
recuerdos de abuelas, de abuelos que se marcharon,
memorias incompletas de esposos, esposas.
Recuerdos de hijas y de hijos que fueron arrebatados,
el tiempo dejó de correr para ellos.
¿Y yo? Vendí mi tiempo por dinero.
Mi naturaleza quedó sin lugar.
Un día de invierno, en la tarde, camino a casa,
vi a una abuela moviéndose con un andador,
con su sonrisa me mostraba un mundo rosa sin dientes,
sentí que comenzaba a quedarme solo,
el destino negro de muchos,
pero la soledad no es negra, sino el olvido.
y mi corazón se alegró en demasía,
porque en la soledad mis recuerdos son muy nítidos.
Te recuerdo, fresca, te recuerdo sonriente,
te recuerdo con los brazos abiertos a mi,
te recuerdo llorando y yo consolándote,
te recuerdo en la noche,
te recuerdo en el camino,
te recuerdo amándome,
te recuerdo acariciando tus mejillas,
te recuerdo riendo de mis torpezas,
te recuerdo cantando un bolero viejo,
te recuerdo molesta con los molinos de viento,
te recuerdo durmiendo después de una borrachera,
te recuerdo abrazándote sintiendo tus pechos,
te recuerdo contándome una historia,
te recuerdo bailando entre las sombras,
te recuerdo en el día en que dijiste “sí”
te recuerdo y mucho más…
Y soy feliz,
porque al término mis días, me llevaré esta multitud de recuerdos.
Comparte esto...
HOLA!